Al hablar de vocación, debo hablar de la primera vocación, que es ser hijo de Dios en la Fe y don de Dios, de esta forma quiero compartir con vosotros la gracia que Dios ha tenido conmigo en mi vida y en este proceso de formación para el ministerio del Diaconado.

Creo que la Iglesia hoy trata de renovarse en el sentido de ser servidora: de cambiar un poco la imagen de mirar hacia adentro y mirar hacia afuera para lograr esa propuesta que tenemos encima de la mesa y que probablemente provenga también de nuestro Papa Francisco.

Hay que salir a la calle, vivir entre la gente y con sus mismos problemas pero siendo ministro, siendo una persona ordenada. Es decir, una persona que ha sido llamada y enviada a una misión. Hay que dialogar y proponer una forma de vivir un poco diferente. Porque lo que tenemos que contar es buena noticia y merece la pena difundirlo de una manera activa.

La idea de servicio es la que trato de resaltar. La figura del diácono es la figura del servidor que existe desde siempre. Es el grado primero del sacramento del orden y así confortado con la gracia sacramental, en comunión con el Obispo y su presbiterio, SERVIR al Pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad.

Es oficio propio del diácono, administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y la oración de los fieles, administrar los sacramentales, presidir el rito de los funerales y sepultura.

Mi camino ha durado años, preparación y discernimiento; ha sido un camino de lucha interior de buscar, prepararse y decir: Señor, pero si yo soy profesor…

Pero como decimos, Jesús se empeña y tienes que dar una respuesta, y así el pasado día 22 de septiembre en la Iglesia del Seminario Metropolitano “La Inmaculada” de Valencia en Moncada, dije SI.

Simplemente para terminar quiero dar las gracias a Dios por mi familia que siempre me ha ayudado. Gracias a Dios por este tiempo de formación y por todos los seminaristas, formadores, presbíteros que todos los días me enseñan algo nuevo. Gracia a Dios.

Tengamos presentes que a cada uno de nosotros se nos entregó un don. ¿qué estamos haciendo con el mismo?, lo tenemos escondido debajo de un piedra, bien escondido para cuando se nos venga a pedir le podamos entregar y ser meros guardas?.

La Iglesia somos todos y somos responsables de presentar, hacer visible el rostro de Jesús allá donde estemos “El Señor habla en los pequeños acontecimientos de la vida” Vamos a intentar producir lo que se nos ha dado para producir, tendremos el mismo reconocimiento. “bien, buen siervo y fiel…”

Para aquellos que se preguntan si tienen vocación, no tengáis miedo.

José L. VIGUER S.

Diácono – Parroquia S. Pascual Baylón.