Calendario Parroquia San Pascual Baylón 2024-2025
Calendario Pastoral Parroquial 24-25 que se puede descargar en PDF siguiendo este enlace
SIN ESPERANZA NO ES POSIBLE ANUNCIAR EL EVANGELIO
El lema del próximo Jubileo (Peregrinos de la Esperanza) es una llamada a no caer en la tentación de la desesperanza, “porque Dios sigue derramando en la humanidad semillas de bien” (Fratelli tutti, 54) . El papa Francisco nos ha advertido en muchas ocasiones del peligro de convertirnos en una Iglesia que solo piensa en sí misma: es la tentación de la auto-referencialidad. Cuando se vive desde esa actitud,
la evangelización se convierte en proselitismo: se anuncia el Evangelio con métodos no evangélicos pensando únicamente en el progreso de la institución. El Señor no entregó su vida para salvar únicamente a la Iglesia, sino para salvar a toda la humanidad. La Iglesia es el instrumento querido por Dios para que la salvación alcance a todos.
Por ello, no debemos olvidar que la Iglesia no vive para ella misma, sino para anunciar el Evangelio, ofrecer a nuestro mundo la gracia de la Salvación y testimoniar el amor de Dios a toda la humanidad
siendo, de este modo, “germen y comienzo del Reino de Dios” (LumenGentium, 5). Esta misión no se puede vivir con alegría si no se vive desde la confianza en Dios, que es quien por su Espíritu posibilita
que la semilla sembrada por la Iglesia fructifique en nuestro mundo (Evengelii Gaudium, 22).
La Esperanza es una de las tres virtudes teologales: la vive aquel que no duda de la fidelidad de Dios y de que es Él quien conduce la historia. No es, por tanto, el optimismo que nace de nosotros mismos, de nuestras fuerzas y nuestras habilidades para conseguir un determinado objetivo. Ciertamente, tanto la esperanza como el optimismo nos orientan hacia el futuro, pero el optimismo se circunscribe a objetivos intramundanos cuya realización depende de nosotros mismos, que son constatables y evaluables y que, a menudo,no dejan espacio a la acción de Dios (Benedicto XVI, Spe salvi).
La esperanza cristiana que debe animar la misión de la Iglesia nace de una mirada creyente sobre el modo de actuar de Dios en la Historia de la Salvación; se fundamenta en la certeza de que Dios, que
es fiel a su palabra, cumple sus promesas de salvación…: «la Iglesia no goza de otra vida que la vida de la gracia» (San Pablo VI, Credo del pueblo de Dios) …
Sólo una profunda espiritualidad nos puede conducir a crecer en la esperanza y a vivir el actual momento eclesial sin perder la paz que nace de la confianza en Dios. Por ello, os invito a… vivir aquellas
realidades que nos pueden ayudar a crecer en esta virtud teologal: la escucha creyente de la Palabra en la que aprendemos a confiar en un Dios que no abandona a su pueblo, y a ponernos confiadamente en sus manos; la participación en la celebración litúrgica del Misterio de Cristo, que tiene su centro en la Pascua, que nos lleva a una renovación de nuestra esperanza, que no se fundamenta en el éxito de nuestros proyectos, sino en la victoria definitiva de Cristo sobre el pecado y la muerte; la vida de oración, gracias a la cual aumenta en nosotros el amor a Dios, el deseo de vivir en su amistad, la certeza de que sus designios son lo mejor para nosotros; el compromiso en favor de los más necesitados mediante el cual los cristianos hacemos visible el amor de Dios a los más pobres e indefensos, les abrimos una luz de esperanza en sus vidas, que apunta a la Esperanza definitiva del Reino de Dios, y sembramos en nuestro mundo la semilla de su Reino. Es así como los cristianos y toda la Iglesia caminaremos en medio de nuestro mundo como auténticos peregrinos de la Esperanza.
(De la Carta Pastoral del arzobispo de Valencia Enrique Benavent Vidal)